Signo 12-12.

El refrán de Eyila Meyi dice:

Sin la protección de Shangó, el rey no puede montar el trono.

En Eyila Meyi te aconsejan:

Elegguá, Oggún, Obbatalá, Shangó, Oshún, San Lázaro, Olokun, Ozaín.

Entorno actual de Eyila Meyi:

Usted se encuentra detenido en una acción o pensamiento, lo que le mueve no funciona ya, y posee una guerra con su salud o por ella pierde su salud.

Patakí. Donde Shangó comió owunko.

Hubo un tiempo en que Agbo era el mejor servidor de Shangó, pero un día comenzó a conspirar contra él, aliándose al owunko y a la eure. El día que Agbo decidió rebelase contra Shangó, owunko y la Eure puestos de acuerdo, le escondieron las armas a Shangó y consiguieron filosos tarros para Agbo. Entonces Agbo reto a Shangó a un combate y marcho para un descampado que había en las afueras del pueblo y allí lo espero, la Eure se quedo cerca de allí cuidando unos tarros de repuesto por si Agbo lo necesitaba y el owunko también se escondió por si el Agbo llegaba a necesitar ayuda.

Cuando Shangó recibió el reto de su esclavo, fue a buscar sus armas y grande su sorpresa al ver que todas habían sido robadas, solo le quedaba un bate de ácana que hacía tiempo no usaba. Ante esto fue a mirarse con Orunla, quien le vio este Awó y le marco rogación: Akukó Meyi, el bate de ácana, Eku, Ejá, Epo, Oñi, ámala Ailá, Owo mefa. Que los Akukos, uno era para Eshu y el otro para él. Después de hecho el Ebbo, Shangó marco con el bate al combate con Agbo. Ambos se enfrentaron en aquel descampado de la llanura Yabú, la lucha fue sangrienta y en los primeros lance, ninguno de los combatientes cedía terreno pero en una embestida violenta Agbo derribo a Shangó, dejándolo muy maltrecho, pero Shangó reuniendo fuerzas, le asesto a Agbo un tremendo batazo que le rompieron los tarros, huyendo herido para el bosque.

Al llegar Agbo a donde estaba escondido Owunko, le dijo: Ve a donde está la Eure, y tráeme rápidamente los tarros de repuesto, para perseguir a Shangó y acabar con él. En esto, Eshu, que lo había oído todo, y que gracias a que estaba de parte de Shangó, con su magia espeso al descampado, cerrando los caminos del mismo y así el Owunko se perdió al no encontrar el camino para llegar donde estaba la Eure con el recado de Agbo y al poco tiempo se encontró con Eshu y Shangó. Cuando Eshu vio el Owunko, le dijo a Shangó: Este te traiciono junto con Agbo, así que cómetelo, y te servirá de medicina. Shangó de un toletazo lo derribo y quitándole el sable que llevaba, le corto la cabeza, bebiéndose la sangre él y Eshu. Después de esto Shangó se sintió fuerte y con nuevos bríos y ya en poder del sable que le había robado al Owunko, salió al encuentro de Agbo.

Poco después Agbo se encontró con Shangó, quien estaba animoso, fuerte y amenazador con un sable en su mano y en la otra el bate con la piel y el frontal del Owunko, y tembló de miedo al comprender la suerte corrida por el Owunko, pero no obstante se lanzo al combate y del primer pase Shangó lo degolló y se lo comió y sentencio: Mientras el mundo sea mundo, yo y mis hijos seguiremos comiendo Agbo, pero esto no impidiera en caso necesario comer Owunko, que era su Oge (medicina) y que no se comía a la Eure por consideración a su padre Obbatalá, por ser el animal preferido del mismo y que, además, en honor de Otrupon Meyi, cada vez que este visitara su reino, tenia sumo placer en comer Owunko con él.

Nota: Aquí es donde Eshu visita la tierra de Shangó.


Patakí. La enfermedad de Obbatalá.

Obbatalá dijo: Para saber si Shangó me quiere, este tiene que demostrármelo. Al poco tiempo Obbatalá se enfermo muy grave y corrió la noticia de que se había otokú y fueron muy sorprendidos y, se lo dijeron a Shangó, donde este fue para fuera de la casa y observo cómo estaba la naturaleza y como estaba de la forma habitual, es decir; como de costumbre, entro en la casa y mando que le prepararan bastante ámala ila, y comió muy bien. Después salió para la casa de Obbatalá entrando hasta, el fondo y cuando llego hasta el lecho de Obbatalá, se puso a tronar bárbaramente, donde Obbatalá, que estaba acostado se asusto y brinco. Shangó le dice: Papá, me habían dicho que usted estaba otokú y de la sorpresa que recibí hice esto. Entonces, Obbatalá le dijo: Ahora sé, cuanto tú me quieres.